La verdad es que ya la introducción me dejó enganchado. Por un lado, la historia del autor, que además de ser el primer dramaturgo decente de las letras inglesas, fue agente secreto, murió en circunstancias más que sospechosas e incluso hay quien cree que, de algún modo, él y Shakespeare eran la misma persona. Por otro lado, el protagonista, que fue un personaje real, un charlatán alemán de finales del siglo XV pero cuya historia se hizo popular poco después y llegó a manos de Marlowe, quien hizo con esta obra la primera versión memorable de lo que habría de convertirse en uno de los mitos occidentales. Ya digo que solo por saber eso, que confieso no lo sabía, ya merece la pena.

Luego, el texto en sí está francamente bien. Como es propio de la época, tienes que echarle mucha imaginación, pero no deja de ser interesante ver a un Fausto que, efectivamente, ya ha pasado de embaucador a sabio de verdad, pero un sabio pero con muchas ganas de cachondeo y nada enamorado. Solo aparece por allí una mujer, el espectro de Helena de Troya, y el buen "doctor" se limita a pedir a Mefistófeles pasársela por la piedra. El resto del tiempo se dedica a fastidiar al Papa y a demás eclesiásticos y a poner cuernos (no metafóricos, sino literales) a diestro y siniestro. Hasta se gana la admiración nada menos que de Carlos V. Y, al final, se lo llevan los demonios, también literalmente. Mucho más entretenido de lo que cabía esperar. ( )