Durante cuarenta años Charles Alavoine camina sonámbulo por su vida. Obediente a los deseos de su madre dominante, se forma como médico, toma una esposa sencilla y sin pretensiones, abre una práctica médica en una tranquila ciudad rural y se instala en una existencia de conformidad burguesa impecable. Después de que su primera esposa muere de parto, se vuelve a casar; llegan los niños; se convierte en un hombre de familia y en la piedra angular de la comunidad. Y, sin embargo, en los momentos de descuido, Charles se ve acosado por una sensación de vacío y futilidad, por la sospecha de que la vida real está en otra parte. Buscando respuestas en su pasado, dedica cada vez más tiempo a recordar a su padre depresivo y suicida, y una cita juvenil con una prostituta que por unas horas le dio “la sensación del infinito”.