Ann Radcliffe (1764-1823) es posiblemente la autora con mâas carisma entre todos los escritores que, hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, cultivaron con pasiâon un tipo de relato terrorâifico que con el tiempo se denominarâia literatura gâotica o gâenero gâotico. Dos son las obras de Ann Radcliffe que reâunen en su tr ama los elementos mâas caracterâisticos de un buen relato gâotico -castillos tenebrosos, conventos y criptas siniestras, clâerigos perversos y heroâinas româanticas perseguidas-: Los misterios de Udolfo (Gâotica nâum. 5), y la presente, El Italiano. A las ilustres perseguidas de las pesadillas de Radcliffe hay que aänadir ahora a la desgraciada Ellena di Rosalba, vâictima del monje despiadado Schedoni. Ellena es arrancada de un medio seguro y amable para ser arrojada sin contemplaciones a un mundo hâorrido y hostil, lleno de amenazas y de peligros, un universo dominado por lo desconocido, cuyo reflejo en la mente de la heroâina adopta la sinuosa forma de la angustia. Secuestrada y conducida a un apartado convento, encerrada posteriormente en un castillo bajo el dominio del malvado, Ellena se ve inmersa repentinamente en el âambito gâotico, un espacio cerrado, tenebroso, impreciso y laberâintico. El Italiano no sâolo provoca emociones intensas que provienen de lo oscuro e ignoto, sino que tambiâen hace que el entendimiento se ponga en movimiento para buscar las claves del misterio, dando lugar de este modo a placeres de naturaleza eminentemente intelectual