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Cargando... La naranja mecánica (1962)por Anthony Burgess
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![]() Adi, irakurle, erne. Artefaktu berezia da esku artean daukazun hau. Azalez ezaguna da, baita izenez ere; haren mamia, aldiz, aski ezezaguna zaigu. Anthony Burgess idazleak eman zuen argitara Ingalaterran lehen aldiz 1962an, eta ondoren, 1971n, Stanley Kubrick zuzendariaren film bertsioarekin batera zabaldu zuen ospea munduan barrena. Apurtzailea izan zen filma estetikoki, soinuz eta irudiz. lde etikotik, bestalde, galdera zorrotz ugari sorrarazi zituen. Alabaina, fokuen argiak itzalpean utzi zituen liburuaren hainbat puntu nagusi; esate baterako, ba al dakigu nondik datorren Laranja mekanikoa izenburua? Alex dugu kontakizun honetako protagonista eta narratzailea. Arratsero biltzen da haren drugu (lagun) Pete, Georgie eta Tentelekin, moloko (esne) plus apur bat hartu, gogoa zorroztu, eta harrapatzen duten ororekin ultraindarkeriaz jokatzeko. Atsegin dute arauak haustea jostaketa hutsez, eta nadsat (nerabe) hizkera berezian mintzo dira. Alexek, gainera, zaletasun berezia du musika klasikoarekin, Ludwig Van (Beethoven) kuttunarekin bereziki. Amets goxoa dena, ordea, amesgaizto bilakatuko zaio une batetik bestera. . . La naranja mecánica cuenta la historia del nadsat-adolescente Alex y sus tres drugos-amigos en un mundo de crueldad y destrucción. Alex tiene los principales atributos humanos: amor a la agresión, amor al lenguaje, amor a la belleza. Pero es joven y no ha entendido aún la verdadera importancia de la libertad, la que disfruta de un modo violento. En cierto sentido vive en el edén, y sólo cuando cae (como en verdad le ocurre, desde una ventana) parece capaz de llegar a transformarse en un verdadero ser humano. ESTA RESEÑA CONTIENE SPOILERS ¿Libertad o violencia? Esta distopía no se basa en describir el futuro amenazador, si no en la conducta de los jóvenes, que son una preocupación y problema de este “porvenir”. Aunque da pequeños detalles elocuentes de este futuro: drogas duras en bares (curiosamente no tienen permiso para vender alcohol), ultraviolencia, delincuencia, pocos policías y nulo respeto por la ley, bibliotecas poco utilizadas, ríos tan contaminados que son oscuros y viscosos, grandes diferencias sociales y la televisión que emboba a la sociedad (estas 2 últimas ocurren en la actualidad, y de las otras ya hay muchos indicios). Uno de los mejores párrafos es el final del 3º capítulo, donde el autor con una magistral metáfora describe los sonidos de la música y el éxtasis que incita en Alex. Es chocante que el “Júpiter” de Mozart o “Los conciertos de Brandeburgo” de Bach puedan provocar imágenes tan violentas y obscenas. Me recordó a los dirigentes nazis, que la mayoría eran cultos, melómanos y “sensibles” a las artes, y sin embargo eran capaces de las mayores atrocidades sin ningún remordimiento. Esto demuestra que la cultura y el arte nada tienen que ver con la sensibilidad y el respeto por la existencia, aunque parezca increíble. En el capítulo 7 de la 2ª parte se define perfectamente el significado de la novela: la total anulación del individuo para el “beneficio” de la sociedad. Se sacrifica el libre albedrio (el único que lo defiende es el cura), con el propósito de hacer el bien, o mejor dicho no hacer el mal, porque se ha anulado y alienado la personalidad y parte de la identidad, para sentir repulsión de forma automática por la violencia y el mal. Alex se ha transformado en la naranja mecánica. También han matado de Alex lo único bueno que tenía: el amor por la música. Algunas similitudes se pueden sacar con el “Contrato social” de Rousseau en el plano social y político. Donde para conseguir el bien social y común, y convivir en sociedad con armonía, el hombre debe sacrificar un poco de su libertad. Se pierde la libertad natural, al llevar a cabo el contrato social. Pero en la novela se lleva al extremo, pues a Alex le privan de la libertad moral, al acabar con la posibilidad de elección, y aniquilar el libre albedrío. La 3ª parte es la culminación de la ley del talión: el ojo por ojo. Sistema de “justicia” que defiende el director de la cárcel y al final se convierte en premonitorio. Se cumple venganza tras venganza, y tras una “resurrección” vuelve a ser como antes, pero con la madurez empieza a cambiar. Hay una frase de Hobbes (original de Plauto) que se cumple en las tres partes de la novela: “El hombre es un lobo para el hombre”. En cada parte es por motivaciones diferentes, y el papel de agresor y víctima cambian. La destrucción del ser humano acabará por ser su propio verdugo. A pesar de la temática es una narración que no solo me gusta sino que me encanta. El estilo de Burgess es fascinante: es directo y claro pero sin llegar al mal gusto, describe las acciones y el interior del protagonista con gran precisión y, por supuesto, con excelentes diálogos. Sobre la polémica del último capítulo y su no inclusión en la adaptación de Kubrick, a mí me parece correctas las 2 versiones. Es verosímil que Burgess de al protagonista la posibilidad de evolucionar, de cambiar y ver la vida con otra perspectiva. La enfermedad de la juventud se cura con el tiempo. Pero también me parece perfecto y no me puedo imaginar otro final para la película de Kubrick, es un final más cínico que no desentona. Excelente libro acerca de la naturaleza humana, la programación de respuestas a estímulos y el lenguaje. Al principio resulta dificil encontrarle la medida a la jerga nadsat y hace la lecutra pesada, sin embargo, cuando la asimilas la lectura fluye. De acuerdo al texto, esta jerga fue incluida en la versión Estadounidense para hacer al libro menos explícito en lo tocante a la violencia, en cierta forma, contribuye a verla como algo fuera de los limites de la "normalidad", algo así como un lenguaje especial para una situación especial que no cabe dentro de lo correcto. El capítulo 21 es tema de discusión porque presenta a la violencia y excesos como asuntos de adolescentes que la madurez cambia y muchos creen que desvirtua la obra sobre la ultraviolencia. En lo personal me parece tema de profunda discusión sin caer en si debería o no haberse incluido, ya que es cierto que el trabajo y las condiciones que son impuestas en la edad adulta difieren de la libertad y posibilidades que gozas en la adolescencia, lo cual no es bueno ni malo ya que como todo, es relativo. Hay que entender la violencia como parte de la naturaleza humana, que nos atrae aunque no la consideremos como algo bueno y partir desde este punto de vista para comprender lo que nos expone el narrador, Alex. La adaptación al cine me parece adecuada y apegada al libro, lo cual no exime el hecho de leerlo, pero complementa la experiencia.
Mr. Burgess, whenever we remeet him in a literary setting, seems to be standing kneedeep in the shavings of new methods, grimed with the metallic filings of bright ideas. A Clockwork Orange, for example, was a book which no one could take seriously for what was supposed to happen in it-its plot and "meaning" were the merest pretenses-but which contained a number of lively notions, as when his delinquents use Russian slang and become murderous on Mozart and Beethoven. In a work by Burgess nothing is connected necessarily or organically with anything else but is strung together with wires and pulleys as we go. Burgess’s 1962 novel is set in a vaguely Socialist future (roughly, the late seventies or early eighties)—a dreary, routinized England that roving gangs of teenage thugs terrorize at night. In perceiving the amoral destructive potential of youth gangs, Burgess’s ironic fable differs from Orwell’s 1984 in a way that already seems prophetically accurate. The novel is narrated by the leader of one of these gangs-—Alex, a conscienceless schoolboy sadist—and, in a witty, extraordinarily sustained literary conceit, narrated in his own slang (Nadsat, the teenagers’ special dialect). The book is a fast read; Burgess, a composer turned novelist, has an ebullient, musical sense of language, and you pick up the meanings of the strange words as the prose rhythms speed you along. A Clockwork Orange, the book for which Burgess — to his understandable dismay — is best known. A handy transitional primer for anyone learning Russian, in other respects it is a bit thin. Burgess makes a good ethical point when he says that the state has no right to extirpate the impulse towards violence. But it is hard to see why he is so determined to link the impulse towards violence with the aesthetic impulse, unless he suffers, as so many other writers do, from the delusion that the arts are really rather a dangerous occupation. Presumably the connection in the hero’s head between mayhem and music was what led Stanley Kubrick to find the text such an inspiration. Hence the world was regaled with profound images of Malcolm McDowell jumping up and down on people’s chests to the accompaniment of an invisible orchestra. It is a moot point whether Burgess is saying much about human psychology when he so connects the destructive element with the creative impulse. What is certain is that he is not saying much about politics. Nothing in A Clockwork Orange is very fully worked out. There is only half a paragraph of blurred hints to tell you why the young marauders speak a mixture of English and Russian. Has Britain been invaded recently? Apparently not. Something called ‘propaganda’, presumably of the left-wing variety, is vaguely gestured towards as being responsible for this hybrid speech. But even when we leave the possible causes aside, and just examine the language itself, how could so basic a word as ‘thing’ have been replaced by the Russian word without other, equally basic, words being replaced as well? But all in all, “A Clockwork Orange” is a tour-de-force in nastiness, an inventive primer in total violence, a savage satire on the distortions of the single and collective minds. In A Clockwork Orange, Anthony Burgess has written what looks like a nasty little shocker but is really that rare thing in English letters—a philosophical novel. The point may be overlooked because the hero, a teen-age monster, tells all about everything in nadsat, a weird argot that seems to be all his own. Nadsat is neither gibberish nor a Joycean exercise. It serves to put Alex where he belongs—half in and half out of the human race. Pertenece a las series editorialesContenido enTiene la adaptaciónAparece abreviada enInspiradoTiene como estudio aThe fictional universe in four science fiction novels: Anthony Burgess's "A Clockwork Orange," Ursula Le Guin's "The Word for World is Forest," Walter Miller's "A Canticle for Leibowitz," and Roger Zelazny's "Creatures of Light and Darkness." por Sam Joseph Siciliano Tiene un comentario del texto enTiene como guía de estudio aPremiosDistincionesListas de sobresalientesThe Big Jubilee Read (1962) Waterstones Books of the Century (No 27 – 1997)
La naranja mecánica cuenta la historia del nadsat-adolescente Alex y sus tres drugos-amigos en un mundo de crueldad y destrucción. Alex tiene los principales atributos humanos: amor a la agresión, amor al lenguaje, amor a la belleza. Pero es joven y no ha entendido aún la verdadera importancia de la libertad, la que disfruta de un modo violento. En cierto sentido vive en el edén, y sólo cuando cae (como en verdad le ocurre, desde una ventana) parece capaz de llegar a transformarse en un verdadero ser humano. No se han encontrado descripciones de biblioteca. |
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