El fin del mundo en el año de nuestro Señor 1420 no sucedió. No hubo Días de Castigo y Venganza que precedieran a la venida del Reino de Dios. Aunque hayan pasado mil años, Satanás no ha sido liberado de su prisión y no ha salido a engañar a las naciones de los cuatro ángulos de la tierra. No todos los pecadores del mundo y los enemigos de Dios perecieron por la espada, el fuego, el hambre, el granizo, por los colmillos de la bestia, por las picaduras de escorpiones y el veneno de serpientes. El mundo no murió y se quemó. Al menos no todo. Pero fue divertido de todos modos. Especialmente Reinmar de Bielawa, también llamado Reynevan, herbolario y médico erudito, relacionado con muchas personas poderosas del mundo en ese momento. Este joven, enamorado de la bella y temperamental esposa de un caballero de Silesia, vive momentos inolvidables de éxtasis amoroso. Hasta el momento en que los familiares del cónyuge traicionado irrumpieron en la cámara rompiendo la puerta. Y en este punto, Reynevan deja de estar alegre.

Primer volumen que dedica el autor a las guerras husitas. Se trata de una novela histórica aderezada con magia medieval y contada desde un punto de vista irónico, a veces desapasionado y cruel con su “torpe” protagonista.

Con muchos elementos para gustarme, la novela ha sido una ligera decepción –que no impedirá que lea la siguiente-.

No he terminado de aceptar, de empatizar con los protagonistas, especialmente con el monje guerrero Scharley; y creo que el exceso de peripecias me ha aturullado.

Sapkowski se vuelve loco metiendo a los personajes en todos los líos, cada vez más imposibles, haciéndoles desfilar de un lado a otro (nidos de caballeros de rapiña, cortes, torneos, monasterios, aquelarres, prisiones de la Inquisición…).

Es cierto que no se trata de algo casual o dictado por una mala historia, lo hace con coherencia en función de su bien delineado protagonista: Reynevan es un imbécil pero coherente consigo mismo, con su origen y con el exceso de libros de caballerías y amor cortés que ha leído. Un amante dudoso, médico y mago (malillo) cuya principal virtud es la potra que le salva constantemente de los líos en que se mete (él solito).

Desde luego, la erudición del autor está fuera de toda duda: plaga la novela de personajes reales, citas en latín, heráldica a porrillo y compone un fresco muy vívido de principios del siglo XV, con una virtud adicional, y es la introducción de la magia de una manera natural y “realista”. ( )