Entre visillos narra la vida en una ciudad de provincias —probablemente Salamanca—, llena de rutina, conservadurismo e hipocresía. A través de la charla aparentemente banal de un grupo de muchachas, conocemos sus ocupaciones cotidianas —los paseos y primeros noviazgos, las salidas del instituto, las sesiones de cines, los bailes en el Casino—, sus angustias, su temor a la soltería, la insalvable tristeza que asoma tras el aburrimiento y la falta de imaginación.

Muestra de manera muy directa como era la vida de las mujeres Españolas durante el gobierno Franquista, Natalia es la protagonista, las más jóven de su familia, la cual es la única que quiere estudiar e ir a la escuela, la historia también trata de sus hermanas y sus relaciones amorosas ( )

Entre Visillos, narra la vida en una ciudad de provincias -probablemente Salamanca llena de rutina, conservadurismo e hipocresía. A través de la charla aparentemente banal de un grupo de muchachas, conocemos sus ocupaciones cotidianas -los paseos y primeros noviazgos, las salidas del instituto, las sesiones de cines, los bailes en el Casino-, sus angustias, su temor a la soltería, la insalvable tristeza que asoma tras el aburrimiento y la falta de imaginación. ( )

Un joven profesor de alemán llega al Instituto de una ciudad de provincias de los años 50, y pasará allí un par de años o tres, no se sabe bien, hasta que al final se marche. Este hombre entra en la maraña de relaciones sociales y va conociendo el ambiente, desde las señoronas hasta los "modernos" (un tanto ridículos ellos), pasando por los caraduras, las ingenuas, las tímidas, los aspirantes a notario, "las de Madrid" (más desenvueltas ellas) y la que quisiera algo más. De esta última se medio enamora, pero cuando él le propone algo realmente rompedor, es decir, que se acuesten juntos sin contemplaciones, ella rehusa y él, finalmente, se vuelve a Madrid. La peripecia, en realidad, es lo de menos, es una mera excusa, muchas veces olvidada por la autora, para hacer el clásico retrato de la sociedad provinciana. El mérito de este retrato es que, como suele ser habitual en Martín Gaite, no pretende ser nada concreto y es mucho más que todo. Ni demasiado crítico, ni complaciente, ni tristón, ni todo lo contrario. No hay moralina, ni deja de haberla. No se pretende ser descarnado, aunque sí realista. La novelista está fuera de sus personajes, apenas nos describe sus sentimientos sino su exterior, y sin embargo los conocemos perfectamente hasta el punto de prever sus reacciones. Martín Gaite lo dice todo sin decir casi nada. Por eso esta es una gran novela, y el tiempo apenas pasa por ella. ( )

Publicado en 1957, es un ejemplo claro del tipo de novelas de ese momento en las que la historia es lo de menos, lo que realmente interesa es mostrar un retrato de la sociedad del momento. Refleja la vida de un grupo de chicas de una ciudad de provincias. La trama, la llegada de Pablo Klein, un atractivo profesor de alemán, y lo que ocurre a su alrededor, no es más que la excusa para mostrarnos la opresión que la sociedad provinciana ejerce sobre sus habitantes que ven la vida pasar a través de los visillos de sus ventanas sin tener la valentía de hacer nada. ( )