Esta narración cuenta cómo un virus gripal, creado artificialmente como posible arma bacteriológica, se extiende por Estados Unidos y provoca la muerte de millones de personas. Los supervivientes tienen sueños comunes, en los que aparecen una anciana y un hombre joven. La mujer anciana los incita a viajar a Nebraska para combatir a Randall Flagg, un abominable personaje que lidera las fuerzas del mal y busca su aniquilación definitiva mediante un temible arsenal.

Hola, amigos, soy Stephen King. Quizá me recordéis de otros libros, como El resplandior o el muy recomendable Mientras escribo.

Voy a contaros un poco cómo escribí Apocalipsis.

Ante todo quiero agradecer a los editores de Debolsillo por destripar en la contraportada 1470 de las 1584 páginas del libro.

Bien. Estaba un día y tuve una idea muy buena (cuidado, SPOILERS). "Wow", me dije. Y no era para menos: una epidemia loca, un virus gordo, acaba con el 99,7% de la población.

Manos a la obra. El principio me quedó bien, modestia aparte: cómo se extiende la epidemia, cómo enferma la gente, cómo se intenta mantener el orden y cómo el mundo acaba en una anarquía nihilista. Hasta ahí muy bien. Podría haber seguido esa trama y escribir algo a medio camino entre 28 días después, El señor de las moscas y La carretera.

Pero, qué demonios, me dije. "Steve (cuando hablo conmigo mismo me llamo Steve), ¿qué tal si dejas de lado esa premisa tan buena y te sacas de la chistera otra historia que no tiene nada que ver y que es mucho más aburrida?"

Y, demonios, ya lo creo si lo hice. Me inventé un pastiche mezclando el Éxodo, Moisés, la zarza ardiente y esas movidas con En la carretera, de Kerouac, con personajes recorriendo millas y millas porque sí. Y luego le añadí el toque definitivo: una pincelada de La cabaña del tío Tom con uno de los personajes más irritantes, estereotipados y aborrecibles que han visto la luz: la Madre Abigail.

Como los personajes me quedaban un poco flojos y no quería centrarme en lo traumatizados que podían haber quedado, en el "remordimiento del superviviente", en el caos, en la desconfianza hacia los demás supervivientes, en el vacío de poder y otras cosas intrascendentes, me volví a sacar de la chistera otro caballo ganador: un antagonista que es el mismísimo diablo al que le falta una vuelta de microondas.

Y dejé lo mejor para el final: un fenomenal "deus ex machina" (que es la expresión griega para "patillada"). Estuve dudando hasta el último momento si a los malos les tenía que explotar en la cara una bomba termonuclear o si les tenía que caer un piano encima. Me incliné por la bomba, aunque ahora me arrepiento.

Sé que los guionistas de LOST me robaron alguna idea, y me parece bien, caramba.

Me quedó un libro entretenido, para pasar el rato y para dejar al lector completamente estupefacto preguntándose "¿Qué me estás contando?"

Hala. Ya está. Voy a merendar.

Un afectuoso saludo. ( )