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Pierre-Joseph Proudhon (1809–1865)

Autor de Que Es La Propiedad?

67+ Obras 988 Miembros 13 Reseñas 5 Preferidas

Sobre El Autor

Créditos de la imagen: From Wikimedia Commons, Gustave Courbet.

Obras de Pierre-Joseph Proudhon

Que Es La Propiedad? (1840) 474 copias
The principle of federation (1977) 36 copias
Oeuvres choisies (1967) 12 copias
Essential Proudhon (2012) 9 copias
La pornocratie (2009) 8 copias
Theorie des Eigentums (2001) 6 copias
La Démocratie (2014) 2 copias
La proprietà 1 copia
unknown work 1 copia
Pobres y ricos — Autor — 1 copia
Filosofía de la Miseria (2020) 1 copia

Obras relacionadas

A Documentary History of Art, Volume 3 (1966) — Contribuidor — 152 copias
The Anarchist Reader (1977) — Autor, algunas ediciones124 copias
Los anarquistas 1 : La teoría (1964) — Contribuidor — 112 copias
Bakoenin : een biografie in tijdsdocumenten (1977) — Contribuidor — 19 copias

Etiquetado

Conocimiento común

Nombre canónico
Proudhon, Pierre-Joseph
Fecha de nacimiento
1809-01-15
Fecha de fallecimiento
1865-01-19
Lugar de sepultura
Cimetière du Montparnasse, Paris, Île-de-France, France
Género
male
Nacionalidad
France
Lugar de nacimiento
Besançon, Doubs, Bourgogne-Franche-Comté, France
Lugar de fallecimiento
Passy, Paris, France
Ocupaciones
Politician
Economist
printer
Organizaciones
Mutualist Philosophy

Miembros

Reseñas

Capítulo I
Método seguido en esta obra. Esbozo de una revolución
[...]
«Esta hipótesis de la perversión de la idea de justicia en nuestro entendimiento y, por consecuencia, necesaria en nuestros actos, será un hecho evidente si las opiniones de los hombres, relativas al concepto de justicia y a sus aplicaciones, no han sido constantes, si en diversas épocas han sufrido modificaciones; en una palabra, si ha habido progresos en las ideas. Y a este propósito he aquí lo que la historia enseña con irrecusables testimonios.

Hace diez y ocho siglos, el mundo, bajo el imperio de los Césares, se consumía en la esclavitud, en la superstición y en la voluptuosidad. El pueblo, embriagado por continuas bacanales, había perdido hasta la noción del derecho y del deber; la guerra y la orgía le diezmaban sin interrupción; la usura y el trabajo de las máquinas, es decir, de los esclavos, arrebatándoles los medios de subsistencia, le impedían reproducirse. La barbarie renacía de esta inmensa corrupción, extendiéndose como lepra devoradora por las provincias despobladas. Los sabios predecían el fin del imperio, pero ignoraban los medios de evitarlo. ¿Qué podían pensar para esto? En aquella sociedad envejecida era necesario suprimir lo que era objeto de la estimación y de la veneración públicas, abolir los derechos consagrados por una justicia diez veces secular. Se decía: "Roma ha vencido por su política y por sus dioses; toda reforma, pues, en el culto y en la opinión pública, sería una locura y un sacrilegio. Romá, clemente para las naciones vencidas, al regalarles las cadenas, les hace gracia de la vida; los esclavos son la fuente más fecunda de sus riquezas; la manumisión de los pueblos sería la negación de sus derechos y la ruina de sus haciendas. Roma, en fin, entregada a los placeres y satisfecha hasta la hartura con los despojos del Universo, usa de la victoria y de la autoridad, su lujo y sus concupiscencias son el precio de sus conquistas: no puede abdicar ni desposeerse de ellas." Así comprendía Roma en su beneficio el hecho y el derecho. Sus pretensiones estaban justificadas por la costumbre y por el derecho de gentes. La idolatría en la religión, la esclavitud en el Estado, el materialismo en la vida privada, eran el fundamento de sus instituciones. Alterar esas bases equivalía a corunover la sociedad en sus propios cimientos, y según expresión moderna, a abrir el abismo de las revoluciones. Nadie concebía tal idea, y entretanto la humanidad se consumía en la guerra y en la lujuria.»

Capítulo II
De la propiedad considerada como derecho natural. De la ocupación y de la ley civil como causa de la eficiente del derecho de propiedad
[...]
«... Estado que primero fue despotismo, luego monarquía, después aristocracia, hoy democracia y siempre tiranía»

Capítulo III
Del trabajo como causa eficiente del derecho de propiedad
III.3. La propiedad no puede adquirirse por prescripción
[...]
«... Reclamo, pues, que se me permita vivir trabajando porque si no moriré combatiendo.»
[...]
III.4 Del trabajo: el trabajo no tiene por si mismo ninguna facultad de apropiación sobre las cosas de la naturaleza
[...]
«... Está pues, resuelto el primer punto: la propiedad del producto, aun cuando sea concedida, no supone la propiedad del medio; no creo que esto necesite demostración más amplia. Hay completa identidad entre el soldado poseedor de sus armas, el albañil poseedor de los materiales que se le confían, el pescador poseedor de las aguas, el cazador poseedor de las campos y los montes y el cultivador poseedor de la tierra. Todos ellos son, si se quiere, propietarios de los productos, pero ninguno es propietario de sus instrumentos. El derecho al producto es individual, exclusivo; el derecho al instrumento, al medio, es común.»
… (más)
½
 
Denunciada
higalva | 6 reseñas más. | Nov 24, 2016 |
Hay que leer a los maestros antes de juzgar a los discípulos. Proudhon es un tipo absolutamente lógico, casi escolástico, y además se expresa con total claridad. Si uno le tergiversa es porque quiere. La historia política de la humanidad se reduce, para él, a la tensión entre autoridad y libertad. Desde aquí, el pensador anarquista deduce que lo mejor será el equilibrio entre ambos elementos, con predominio de la libertad, que es justo lo contrario que ha venido sucediendo. Y, en esto, es necesario que las estructuras más grandes dejen libertad a las más pequeñas, que el poder real recaiga sobre las comunidades locales o, como mucho cantonales, sin que ello implique la desaparición total de un Estado que seguirá siendo necesario. Su modelo confesado es Suiza. Y, por cierto, que el planteamiento de base de Proudhon se parece mucho a lo que luego la Doctrina Social de la Iglesia llamará "principio de subsidiariedad".

Parece que el traductor español de esta obra es Pi i Margall, uno de los padres del federalismo español, y, si es así (esta edición no se molesta en señalar el nombre del traductor), sus notas son tan jugosas como el texto principal. Realmente interesante.
… (más)
 
Denunciada
caflores | Sep 30, 2014 |

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