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John Mbiti was born in Kitui, Kenya, and received his education in Africa and abroad. Trained as an Anglican priest, he went on to be both professor and parish minister in Switzerland, where he later settled. As a philosopher and Christian theologian, Mbiti became one of the early African mostrar más authorities on African religions. Using his philosophical skills, he focuses on deriving a representation of a coherent philosophical worldview from the indigenous traditions. One of his projects, for example, has been to articulate a view of temporality in indigenous African thought different from that of the modern West. Mbiti's goal, however, has not been simply to develop ethnophilosophical analyses. Concerned with the future of Africa, he has argued that certain traditional African values should be preserved, but also---for the sake of modernization and reform---that other values (based often in Christianity) should be assimilated into the culture. This latter orientation has made him the subject of some controversy among other African philosophers. (Bowker Author Biography) mostrar menos

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Poems from East Africa (1971) — Contribuidor — 28 copias

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ENTRE DIOS Y EL TIEMPO :
RELIGIONES TRADICIONALES AFRICANAS

¿Sabemos de verdad, en profundidad, las características de la religiosidad negra africana?, ¿Debemos creernos a pie juntillas lo que los eminentes antropólogos occidentales establecieron como paradigmas de la misma, entre mediados del siglo XIX y los años, digamos, cincuenta? La respuesta está clara para el autor de este libro: no del todo.

Hoy quiero aconsejar la lectura de un extraordinario compendio de religiosidad africana negra publicado bajo el título African Religions and Philosophy en el año 1990 por John Mbiti, considerado, sin lugar a dudas como uno de los más eminentes teólogos especialistas en la materia.

A lo largo de sus páginas, impregnadas con un estilo absolutamente sencillo, asequible para cualquier interesado en el tema, tenga la formación que tenga, el autor nos desgrana el universo vivencial negro africano.

Tras una introducción historiográfica que cubre aproximadamente los capítulos primero y segundo; el capítulo tercero: El concepto de tiempo como clave para entender e interpretar las religiones y filosofías africanas es formidable por la absoluta novedad de sus afirmaciones; solo me limito a seleccionar, y muy sucintamente, cuatro:

1)Entre los africanos negros el futuro como tal no existe más allá de dos o tres años

2)La Eternidad es la acumulación de todo el presente en el pasado

3)El sentido del mundo lo constituye la acumulación de presentes que van encaminándose hacia un pasado legendario o mítico y, transcurrido un tiempo, se disuelven en él. Por tanto:

4)Tras su muerte el propio difunto sigue un tiempo viviendo en el presente y apareciéndose para “ayudar a vivir” a los vivos. Cuando el último hombre vivo que conoció al difunto, muere, el antiguo muerto-viviente, deja de serlo, pasando a convertirse en espíritu de los antepasados y se hunde en el, ya citado, pasado mítico-legendario; es en ese momento, si no se le recuerda debidamente, cuando se hace extremadamente peligroso

Los capítulos 4 y 5 (La naturaleza de Dios; Las obras de Dios), juntos nos perfilan un dios bastante distinto al que nosotros entendemos como propiamente africano: los africanos negros, para el autor, son esencialmente monoteístas creyendo en un dios único muy similar al occidental cristiano: un dios misericordioso, justo, amoroso con los hombres, creador y última instancia de todo el universo.

El capítulo 6 (Dios y la Naturaleza) resulta también muy aleccionador. Afirma el autor, entre otras muchas ideas, que para los africanos negros el universo, invisible y divino se manifiesta en lo visible, la naturaleza. No se trata por tanto de decir que tal monte, árbol o piedra son divinos en sí, sino que, como en el mundo cristiano, salvando matices por supuesto, son divinos en tanto a manifestaciones de lo verdadera y únicamente adorado, y esto es muy importante: Dios.

Animales, plantas, rocas y fenómenos naturales, por tanto, afirma en el siguiente capítulo 7 (El culto a Dios), no son más que intermediarios entre dios y los hombres; y todos son inferiores al hombre, y a él le sirven; ¿les suena esto?

El capítulo 9 (La creación y el estado original del hombre) nos sorprende con otra afirmación: la “separación del hombre” se produjo por un trastocamiento de algo que se ignora. Desde ese momento los seres humanos perdieron su prístina inmortalidad feliz y cayeron en la mortalidad; pero, y aquí comienza a manifestarse la gran debilidad del pensamiento religioso africano en términos teológicos según aprecia Mbiti, la nueva criatura, ahora mortal, no aspira a volver a ser inmortal. Lejos de buscar una redención, si bien no quedan claros los pormenores del trastocamiento y, por tanto, la culpabilidad humana, se conforman con su mortalidad y la sobrellevan con tranquilidad. Lo más parecido a esa vida feliz es la vida terrenal en momentos de prosperidad tribal.

Sin embargo, justo es reconocerlo, los capítulos ocho al diecisiete describen en mucha mayor medida lo que occidente habitualmente entiende como religiosidad típicamente africana. No es de extrañar porque son los dedicados a los espíritus (capítulo 8); a la vida cotidiana (capítulos 10-14); a la magia la brujería y los poderes ocultos (capítulos15 y 16); y, por último a la ética y la justicia (capítulo 17), temas estos estudiados en profundidad por eminentes especialistas desde hace ya largo tiempo con excelentes resultados.

Los últimos capítulos (18-20) exponen un estado de la cuestión africana analizando tres aspectos importantes: 1)Los problemas sociales y políticos del África negra actual; 2)El impacto de otras religiones en el sentir africano negro, a saber: Cristianismo, Islám, Judaísmo, Hinduismo, Sikhs, Parsis y La religión Bahai. Tan sólo conviene resaltar, a este respecto, algo que, a mi juicio, está traído muy pertinentemente al libro: no existe la menor duda de que, en algunas zonas de África, se pueden considerar, tanto el Cristianismo, como, en menor medida, al Islám, como religiones genuina y tradicionalmente africanas. Téngase en cuenta que el cristianismo florece en la propia África ya desde los siglos II-III y el Islám desde el siglo VII. ¡Es más que pertinente recordarlo! y 3)La perspectiva de futuro de tal enclave cultural.

Parece claro que todos los estudios llamados clásicos de antropología africana negra, resume el autor, si bien describieron muy bien las “estampas africanas”, no llegaron a penetrar del todo correctamente en el pensamiento africano con mayúsculas.

En conclusión: Este extraordinario trabajo etnológico, llevado a cabo en profundidad, podría perfectamente hacer las veces de completísimo compendio de filosofía-teología africana negra. Es, a mi modo de ver, de lectura obligatoria para todo occidental presuntuoso y para todo individuo, africano-negro o no, subido en exceso a la parra de lo ecológico y lo natural.
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Denunciada
FundacionRosacruz | otra reseña | Jan 9, 2018 |

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