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Gonzalo de Berceo

Autor de Milagros de Nuestra Señora

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Sobre El Autor

Obras de Gonzalo de Berceo

Etiquetado

Conocimiento común

Nombre canónico
Berceo, Gonzalo de
Nombre legal
Berceo, Gonzalo de
Fecha de nacimiento
1197?
Género
male
Nacionalidad
Castile
Lugares de residencia
San Millán de la Cogolla, Spain
Palencia, Spain
Ocupaciones
priest
poet

Miembros

Reseñas

Gonzalo de Berceo es un poeta espléndido, un gran narrador y uno de los espectadores más perspicaces de la realidad de su tiempo. Los Milagros de Nuestra Señora, su obra maestra, reúne veinticinco episodios en los que la devoción por la Virgen María se convierte en llave para la salvación de los pecadores. Aunque todas las historias dependen de fuentes latinas, el poeta de la Rioja supo conferirles su peculiar impronta, muy vívida, y trasvasarlos a un castellano dúctil, rico de matices. Fernando Baños ha establecido hasta en sus menores detalles el texto más depurado que hoy puede presentarse y lo ha completado con un rico comentario, que pone al alcance del lector la comprensión plena de uno de los primeros monumentos de nuestras letras.… (más)
 
Denunciada
inmalitia | 8 reseñas más. | Oct 30, 2021 |
Con un estilo llano, salpicado de humorismo e ingenuidad, escribía esta obra, entre mediados del siglo XII y principios del XIII, el clérigo benedictino Gonzalo de Berceo, primer poeta de nombre conocido en lengua vernácula de la Península Ibérica. Inspirado en códices y leyendas sobre historias de santos y milagros, así como en autores anónimos, consiguió el autor recrear algunos de aquéllos con un estilo tan ágil y singular que le aproximó a la frescura de la obra juglar.
Considerada ésta como su obra más acabada, constituye la máxima exaltación de la fe de la Virgen, a la que siempre presenta como defensora del género humano y sus debilidades. Con encantador estilo lleno de ternura, los milagros e intervenciones ante Jesucristo se irán sucediendo a lo largo de este mosaico lírico, con veintiocho poemas.… (más)
 
Denunciada
Eucalafio | 8 reseñas más. | Oct 12, 2020 |
Yo sólo recomendaría leer esta obra a quien ya lleve mucho leído, y mucho sobre historia. Porque es fácil que al lector actual le salga una sonrisilla de superioridad frente a la aparente ingenuidad de estos cuentos rimados. Pero hay que ponerse en la situación de un monje del siglo XII, consciente de que los fieles ya no entienden el latín de los ritos y prefieren las aventuras poco santas que les cantan los juglares por las plazas, por lo que se lanza al contraataque para animar la fe de los campesinos y pequeños comerciantes del entorno de su monasterio. Berceo está convencido de que esa es su misión en la vida. Y, a través de estos milagros, enseña lo que, para él, es lo fundamental: el respeto a lo sagrado, las prácticas devocionales, la obediencia a las jerarquías, la vida honesta... Tuvo un éxito asombroso, hasta el punto de que este "mester de clerecía", intelectual y dirigido, hizo seria competencia al "mester de juglaría", mucho más espontáneo y popular. No, señor, este Berceo no era nada tonto.

Además, nuestro monje resulta ser muy culto, incluso para los modelos actuales. Conoce varias colecciones de cuentos y de leyendas, que adapta al caso, como la de la casulla de San Ildefonso que abre la serie. Y, por supuesto, abunda en cultura eclesiástica, que en su época es como decir cultura a secas. Pero también sabe abundantes refranes y dichos que salpimentan sus cuartetas de impecables alejandrinos. El resultado es un lenguaje donde lo popular se codea constantemente con lo cultivado. En cada estrofa encontramos la moraleja eclesiástica, pero también al campesino que acepta su situación sin quejarse. No sé si esto último responde en verdad a la situación de los castellanos del pleno medievo, pero, desde luego, sí a la concepción que Berceo tenía de ellos. Y no deja de ser curioso que en todas estas páginas la presencia de nobles sea muy escasa, y siempre circunstancial. El monje hace protagonista a su público: pequeños artesanos, labradores, comerciantes, curas de aldea, monjes como él (y también monjas, naturalmente), y algún obispo de trato llano.

Un detalle más. La Virgen que aparece en estos milagros es, por supuesto, intercesora segura, pero no es la damisela cursi de los retratos posteriores. Cuando procede, obsequia al pecador de turno con unas soberanas broncas, e incluso con castigos físicos, antes, eso sí, de ablandarse al fin. Y es que, se diga lo que se quiera, las mujeres de esta época debían ser de armas tomar.

Para terminar, un aviso sobre el lenguaje. Esta edición no tiene ni introducción ni nota alguna. Tampoco ninguna errata, al menos que yo haya detectado. Pero el castellano de la plena Edad Media no es fácil de seguir si uno no tiene ya cierta práctica, amén de algunos conocimientos del latín. Si este no es tu caso, búscate una edición anotada.
… (más)
 
Denunciada
caflores | 8 reseñas más. | Oct 2, 2012 |

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