Samantha Kingston lo tiene todo a su favor: es guapa, es popular y sale con el chico perfecto. El viernes 12 de febrero debería ser un día más en su fácil vida, pero no lo es: el el último día. O más bien, los últimos, porque Samantha se despierta una y otra vez en la mañana del viernes 12 de febrero y vuelve a vivir la misma jornada siete veces... hasta que se da cuenta de que en su mano está realizar cambios minúsculos que supondrán diferencias enormes.

He querido buscar un libro sencillo para evadirme de mis trabajos de la universidad y he caído en uno que más que sencillo es simple, más simple que el mecanismo de un botijo. No aprovecha en absoluto la premisa de la que parte, la autora se limita a contar la historia más convencional del mundo sin molestarse en idear una justificación del limbo en el que está atrapada Sam. (Me niego a creer que la justificación sea que Sam no pueda ir al "cielo" hasta que no resuelva un par de crueldades de las que ni siquiera ha sido autora, sino cómplice). Si Oliver no hubiera tenido tanto miedo a echar la mierda sobre su protagonista, todo sería más sencillo de entender. El problema es que aunque obviemos eso, al libro le falta ironía;(lo peor de todo es que Oliver ha sabido ser sarcástica un par de veces, ¿por qué no ha seguido por ese camino?) y le sobra moralina. Los estados de ánimo de Sam son arbitrarios, y no actúa con la lógica que emplearía cualquier persona. El final (y los sucesos que conducen a él) desafían toda lógica, no tiene sentido. Y hasta aquí puedo escribir sin spoilers. Eso sí, la portada, preciosa.
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Aunque en la historia se repite siempre el mismo día, hay un progreso notable, ya que ese día nunca es igual al anterior: Sam mejora, es consciente de lo que ha hecho mal en su vida, intenta arreglar cosas, y eso la lleva a que el resultado de cada "día" sea distinto. Es una historia bien estructurada y fácil de leer, pero que encierra algo más. Aunque no es un argumento del todo original, Oliver consigue darle un giro al hablar de varios temas y jugando con el punto de vista en el ámbito del bullying: no lo explica la víctima, sino el agresor. Nos habla de segundas oportunidades, de amor, de bullying, de falsas apariencias, de amistad, de la vida. Me ha parecido un libro muy bien escrito y estructurado, con una narración directa, amena y sencilla que anima a leer y te hace meterte en la historia. Es una lectura agradable que me ha dejado satisfecha, con un sabor final algo agridulce y con lágrimas en los ojos. ( )