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Cargando... Paradise Lost (edición 2013)por John Milton (Autor)
Información de la obraEl paraíso perdido por John Milton
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Se trata del poema más importante de contextura moderna. A partir del relato bíblico, el autor recrea un poema alegórico sobre el destino y la salvación humana. Su ascendencia épica, sobre todo virgiliana, no puede evitar el recuerdo de la Eneida. Desde el principio, la palabra que me venía a la mente mientras leía esta obra es "impresionante". No solo por su extensión (10.500 versos, nada menos), sino sobre todo por su propósito temático y por la vastedad de sus ramificaciones. El argumento de este enorme poema épico es quizá de lo más conocido de la cultura occidental: la introducción del mal en la creación y la subsiguiente expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Pero, sobre la base del relato bíblico, Milton añade una enorme cantidad de tradiciones y una cantidad igual o mayor de imaginaciones suyas. Las tradiciones son, como es natural, fundamentalmente cristianas, pero también hay alusiones abundantes a los mitos grecolatinos y (menos abundantes) del Medio Oriente. Incluso algún que otro toque indostánico. Y la aportación de la propia imaginación del poeta no es nada desdeñable. El conjunto es una historia imponente, en la que vemos cómo Satán delibera con sus ángeles caídos como si de un consejo de administración se tratase (libro II) o se describe la batalla en que el propio Dios Hijo tiene que acudir personalmente para expulsar a las huestes demoníacas que se le estaban subiendo a las barbas (libro VI). Tambien es muy interesante el recurso a las largas narraciones que diversos ángeles le van haciendo a Adán de las cosas que sucedieron antes de su creación y de las que sucederán tras su muerte, las primeras un compendio de mitos sobre el origen del mal y las segundas un resumen de lo que se suele llamar "historia de la Salvación". Es verdad que a veces el lenguaje barroco se nos hace algo excesivo. Las frases suelen ser muy largas, con muchos subordinados y las frecuentes figuras retóricas, sobre todo hipérbaton, lo hacen por momentos algo difícil, pero no en exceso. Al final, uno no puede evitar la impresión de hallarse ante una de las grandes obras de la literatura universal. EL PARAÍSO PERDIDO LIBRO PRIMERO En este primer libro expone el poeta brevemente el asunto del poema, que es la desobediencia del hombre y su castigo. Presenta en seguida al autor del peeado, Ia Serplente, o mas bien Satanás, que bajo la formia de este reptil sedujo a nuestros primeros padres parn vengarse de Dios, cuya temible justicia le habia arrojndo del cielo, precipitándole en el abismo con todos sus compañeros de rebelión. Después de haberse ocupado ligeramente de este hecho, el poeta entra en materin y representa a Satanás y sus ángeles sumidos ya en el infierno, al que no coloea en el centro del mundo (porque el cielo y In tierra no existfan aún), sino en un sitio de extrañas tinieblas, más conocido con el nombre de Caos. En este lugar aparecen todos sumergidos en un Ingo de fuego, heridos del rayo y aterrados. El principe de las tinieblas recobra sus sentidos y, vuelto en sí, dirige la palabra a Belcebu, que le sigue en poder y dignidad: ambos empiezan a hablar de su desgraciada caida. Satanás despierta a sus legiones, que salen fuera de las llamas, viéndose su prodigioso número, su orden de batalla y sus principales jefes, llamados como los ídolos conocidos posteriormente en Canaán y en los países circunvecinos. El príncipe de los demonios los arenga, los alienta con la esperanza de volver a conquistar el cielo, y les habla también de un nuevo mundo y de una nueva criatura que debe existir un dia (porque algunos Santos Padres creen que los ángeles fueron creados mucho tiempo antes que este mundo visible); propone que se examine en pleno consejo el sentido de una profecía sobre Ia creación y que se determine lo que deben, en consecuencia, intentar. Sus partidarios consienten en ello y construyen en un momento el Pandemónium, o palacio de Satanás Las potestades infernales se reúnen en él para deliberar. Canta, Musa celestial, la primera desobediencia del hombre y el fruto de aquel árbol prohibido, cuyo gusto mortal trajo al mundo la muerte y todas nuestras desgracias con la pérdida del Edén, hasta que un Hombre más grande nos rehabilitó y reconquistó para nosotros la mansión bienaventurada. Desde la cumbre solitaria de Oreb o del Sinaí (1), donde inspiraste al pastor (2), que fue el primero en enseñar a la raza esco- gida cómo salieron el cielo y la Tierra del Caos (3), o desde la colina de Sión y las fuentes de Siloé (4), si te placen más invoco tu ayuda para mi atrevido eanto; porque no pretendo remontarme con tímido vuelo sobre los montes de Aonia (5) al intentar referir cosas que nadie ha narrado hasta ahora, ni en prosa ni en verso. Y Tú, joh, Espíritu!, que prefieres a todos los templas un corazón recto y puro, instrúyeme, puesto que sabes; Tú estabas presente en el primer instante; desplegando como una paloma tus poderosas alas, cubriste el inmenso abismo y lo hiciste fecundo. Ilumina lo que en mí es oscuro, eleva y sostén lo que está abatido, para que desde la elevación de este... ELPARAISO PERDIDO Paraíso perdido, de John Milton (1608-1674), es el poema épico más importante de la literatura en lengua inglesa. Sus 10.565 versos, divididos en doce libros –como la Eneida, uno de sus más visibles antecedentes–, constituyen un coloso verbal, un alambicado monumento en el que confluyen múltiples influencias: la Biblia, la patrística, los textos hebreos, la mitología y la poesía grecolatinas –Homero, Ovidio, Lucano y, sobre todo, Virgilio–, el teatro europeo seiscentista, la épica italiana –el Orlando furioso de Ariosto o la Jerusalén liberada de Tasso– y autores ingleses del quinientos como Ben Johnson o Edmund Spenser. Esta opulencia intertextual lo hace polisémico, sí, pero inabarcablemente polisémico: ante semejante arsenal de referentes, muchos de los cuales nos resultan hoy ajenos o desconocidos, no es extraño que nos sintamos perdidos. Por otra parte, frente a la interpretación clásica, que lo considera una elucidación poética de la vetusta quaestio teológica de la existencia del mal, Paraíso perdido admite también una interpretación política –como alegoría de las posiciones antimonárquicas de su autor en el turbulento periodo de la Guerra Civil inglesa, la República de Cromwell y la Restauración de 1660–, lo que dificulta aún más la lectura. Y su estilo, que pretende reproducir en inglés la sinuosidad sintáctica del latín, con frecuentes hipérbatos y largos periodos oracionales, de arracimada hipotaxis, y que ha merecido el comprensible reproche del Dr. Johnson y de T.S. Eliot, entre otros críticos ilustres, nos lo hace definitivamente extraño. ¿Por qué hay que leer, pues, Paraíso perdido? Se me ocurren dos motivos. En primer lugar, por el poderío de su verbo, por su vendaval lingüístico. Como Shakespeare, que nos arrebata aunque esté mal traducido, o aunque no lo entendamos, Milton nos captura con la majestuosidad ígnea de su dicción. En cualquier rincón del poema hallamos, en forma de trueno o de susurro, esa pujanza elocutiva. Cuando, en el libro VIII, un atribulado Adán le pregunta al arcángel Rafael por la licitud de sus amores carnales con Eva y por su correspondencia entre los seres celestiales, Rafael no le da la respuesta establecida por la teología –que los ángeles carecen de cuerpo–, sino ésta, permeada de platonismo: “Y en ausencia del amor no existe dicha./ Lo que tú de puro en el cuerpo gozas/ (Y creado puro fuiste) lo gozamos los Espíritus/ En eminencia, sin obstáculo ninguno/ de membrana, miembro o hueso, excluyentes trabas:/ Más que el aire con el aire, si los Ángeles se abrazan,/ Se fusionan por completo, uniéndose pureza/ A lo puro que desea; no requieren medio restringido,/ Como carne que con carne se combine, o alma y alma” (vs. 621-629). Para conseguir este impacto verbal, una buena traducción resulta imprescindible. Siempre lo es, pero en estos supuestos de particular calado expresivo e ideológico, más todavía. Y la labor de Bel Atreides, el responsable de la edición, es irreprochable. Su versión transpone los vericuetos del original con una precisión y una elegancia extraordinarias, y no desfallece nunca en su propósito estético: es siempre, ante todo, una versión literaria, otro Paraíso perdido, espejo o sosias o desdoblamiento del original. El trabajo de Atreides, amén de muchas otras dificultades, ha de despejar una inicial, que ha conturbado a todos sus traductores desde Jovellanos, el primero en trasladar trechos del libro al castellano, en qué molde verter el pentámetro yámbico del texto inglés. Frente a la opción mayoritaria por el endecasílabo –que han utilizado, por ejemplo, Esteban Pujals y Manuel Álvarez de Toledo en sus versiones de 1986 y 1988, respectivamente–, Atreides se inclina por el amétrico trocaico, “porque ofrece la mayor flexibilidad para adaptarse a las secuencias de Milton, respetar el número de versos del texto fuente y, la mayor parte de las veces también, la estructura de las oraciones y los encabalgamientos”. Su tarea se completa con un prólogo iconoclasta y unas muy documentadas, pero no agobiantemente eruditas, notas al final del volumen, que facilitan el siempre arduo tránsito por el poemario. La segunda razón que cabe aducir para justificar la lectura de Paraíso perdido está directamente relacionada con la polisemia del texto, y no es otra que su ambigüedad, esa cualidad tan fértil en el arte; la ambigüedad de sus protagonistas: de Adán y Eva, confusos y exaltados en sus transportes sensuales; de Dios, deseoso de justificarse por la existencia del mal, que atribuye, sin novedad discernible, al libre albedrío; y, sobre todo, de Satán, que abre el libro, y cuya centralidad ha sido señalada por Dryden y por Blake, según el cual Milton era, como todos los verdaderos poetas, miembro del partido del Demonio. También Shelley, como recuerda Bel Atreides, sostenía la superioridad moral del diablo miltónico sobre el ególatra supracósmico que es Dios. El Satán de Paraíso perdido es, en efecto, un ser curioso, insumiso, doliente, contradictorio, humano, en suma, que a veces parece capaz de amar. Así, en el libro IX, se diría que practica el bien, aunque no tarde en recobrar su maldad intrínseca: “El Maligno perduró abstraído/De su propio mal y, por un rato, persistió/ Estupefactamente bueno, de vileza desarmado,/ De artería, odio, envidia y de venganza,/ Mas el ígneo Infierno que arde siempre en él,/ Aunque en mitad del sin reseñas | añadir una reseña
Pertenece a las seriesPertenece a las series editorialesArion Press (64) Crisol (187) Doubleday Dolphin (C73) — 15 más Contenido enParadise Lost, Paradise Regained, and Samson Agonistes (International Collectors Library) por John Milton (indirecto) The Complete Poetry of John Milton por John Milton (indirecto) The Harvard Classics [50 Volume Set] por Charles William Eliot (indirecto) The Harvard Classics with Lectures [51 volumes] por Charles William Eliot (indirecto) ContieneTiene la adaptaciónInspiradoTiene como guía/complementario de referencia aTiene como estudio aTiene un comentario del texto enTiene como guía de estudio aListas de sobresalientes
El poema perfecto y el mejor escrito en el idioma ingl s. Esta versi n conserva ntegra el texto original de Milton, traducido directamente del ingl s e incluye una importante cr tica por el ensayista Joseph Addison (1672-1719). Un volumen f cilmente manejable preparado para el aficionado a la literatura, con notas explicatorias y cr ticas sobre el esplendor del poema y la genialidad del autor. Edici n y notas del c lebre cr tico literario Juan Bautista Bergua. John Milton (1608-1674), uno de los poetas y ensayistas m s importantes de la literatura Inglesa, es conocido especialmente por su poema pico El Para so Perdido (Paradise Lost) que sobrepasa 10.000 versos escritos sin rima. Apesar de quedar ciego, Milton termin el poema con ayuda de sus asistentes en 1667. La obra es un cl sico y uno de los mejores poemas nunca escritos. El Para so Perdido es una epopeya sobre la ca da del Cielo de Lucifer, el ngel m s hermoso, y el destierro de Ad n y Eva del Para so. Cuenta la batalla de los ngeles encabezados por Lucifer, expulsado al Caos y renombrado Sat n ("adversario"), contra el todopoderoso Dios, creador del Mundo y el hombre. Narra el destino de la humanidad, dominado por el esfuerzo y el sufrimiento causado por el pecado original. No se han encontrado descripciones de biblioteca. |
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